―El mundo siempre es nuevo ―dijo Coro Mena― por muy viejas que sean sus raíces. Selver, ¿qué pasa entonces con esas criaturas? Parecen hombres y hablan como hombres. ¿No son hombres?
―No lo sé. ¿Acaso el hombre mata al hombre, excepto en un ataque de locura? ¿Acaso mata la bestia a los de su especie? Sólo los insectos. Estos yumenos nos matan con la misma indiferencia con que nosotros matamos víboras. El que me enseñó a mí decía que se matan unos a otros, en disputas individuales, y también en grupos, como las hormigas cuando pelean. Eso yo no lo he visto. Pero sé que no escuchan a quienes piden clemencia. Asestan golpes de gracia sobre la cabeza gacha, ¡yo lo he visto! Hay en ellos necesidad de matar, y por eso me pareció natural condenarlos a muerte.
―No lo sé. ¿Acaso el hombre mata al hombre, excepto en un ataque de locura? ¿Acaso mata la bestia a los de su especie? Sólo los insectos. Estos yumenos nos matan con la misma indiferencia con que nosotros matamos víboras. El que me enseñó a mí decía que se matan unos a otros, en disputas individuales, y también en grupos, como las hormigas cuando pelean. Eso yo no lo he visto. Pero sé que no escuchan a quienes piden clemencia. Asestan golpes de gracia sobre la cabeza gacha, ¡yo lo he visto! Hay en ellos necesidad de matar, y por eso me pareció natural condenarlos a muerte.
( Ursula K. Le Guin )
[ Los mundos de Ursula K. Le ]
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