En el negocio de las antigüedades no existía lo que se entiende por un precio «justo». El valor objetivo -el de catálogo- no significaba nada. Si aparecía un cliente despistado con dinero en la mano {como hacían la mayoría}, no importaba lo que dijeran los expertos, lo que pusiera en los libros o lo que se hubiera pagado hacía poco en Christie's por una pieza similar. Un objeto -cualquiera- valía lo que eras capaz de sacar por él.
( Donna Tartt )
[ The Goldfinch ]
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