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Entonces fue hacia la cama y corrió las cortinas: la abuela estaba allí tumbada, con el gorro de dormir bien calado y un aspecto muy raro.
-¡Ay, abuela, qué orejas tan grandes tienes!
-Para así pode oírte mejor.
-¡Ay, abuela, qué ojos tan grandes tienes!
-Para así poder verte mejor.
-¡Ay, abuela, qué manos tan grandes tienes!
-Para así poder cogerte mejor.
-¡Ay, abuela, qué boca tan grande y tan horrible tienes!
-Para así poder comerte mejor.
No había terminado de decir esto el lobo cuando salió de la cama de un salto y devoró a la pobre Caperucita Roja.

( Jacob Grimm Wilhelm Grimm )
[ Cuentos de los hermanos Grimm ]
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