Escuchamos a políticos que alientan nuestro odio y nuestros mezquinos puntos de vista y nos dicen que hay que volver a lo fundamental mientras toman el sol en sus casas de la playa escuchando el ruido de las olas que silencia los gritos de los ahogados. Nos dicen que es una cuestión racial y nos lo creemos. Al sistema le llaman «democracia» y nosotros asentimos con la cabeza, encantados de habernos conocido. Culpamos de todo a los Socias, a veces hasta miramos mal a los Paulsons, pero siempre acabamos votando a los Mulkerns. Y en nuestros escasos momentos de semilucidez, nos preguntamos por qué no nos respetan los Mulkerns de este mundo. No nos respetan porque somos los niños que violan. Nos joden por la mañana, por la tarde y por la noche, pero mientras sigan metiéndonos en la cama con un besito, mientras sigan diciéndonos al oído que papá nos quiere y siempre se ocupará de nosotros, continuaremos cerrando los ojos y durmiéndonos, entregando el cuerpo y el alma a cambio de un bonito barniz de «civilización» y de «seguridad», los falsos ídolos de nuestros sueños húmedos del siglo XX. Y la confianza en ese sueño es de lo que dependen los Mulkerns, los Paulsons, los Socias, los Phils y los Héroes de este mundo. Así es su siniestra sabiduría. Así es como triunfan.
( Dennis Lehane )
[ Un trago antes de la guerra ]
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