IV El retrato La Enfermedad y la Muerte producen cenizas De todo el fuego que por nosotros arde. De aquellos grandes ojos tan fervientes y tan tiernos, De aquella boca en la que mi corazón se ahogó, De aquellos besos pujantes cual un dictamen, De aquellos transportes más vivos que los rayos, ¿Qué resta? ¡Es horrendo! ¡oh, mi alma mía! Nada más que un diseño muy pálido, con tres trazos, Que, como yo, muere en la soledad, Y que el Tiempo, injurioso anciano, Cada día frota con su ala ruda… Negro asesino de la Vida y del Arte, ¡Tú no matarás jamás en mi memoria Aquella que fue mi placer y mi gloria!
( Miguel de Cervantes Saavedra )
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