La gran mayoría de los oficinistas despedidos se tragaron el sapo, como se suele decir, y aceptaron que les dieran pensamiento positivo en vez de la nómina mensual y la seguridad de antes. No tomaron las calles, no forzaron ningún cambio en la política, no se presentaron en su ex oficina con una pistola.
( Barbara Ehrenreich )
[ Sonríe o muere. La trampa del ]
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