Para un marino a bordo de un barco, lo mismo que para el soldado en la batalla o para el feligrés arrodillado ante un sacerdote, la enormidad de la propia insignificancia resultaba tan evidente que el único consuelo era imaginarse gobernados por hombres que poseía certezas en lugar de preguntas.
( Arturo Pérez-Reverte )
[ Eva ]
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