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Pero Cavalcanti se volvió hacia ellos, guiñó los ojos, infló la mejilla con la lengua, e hizo oír un sonido con los labios, que equivale a mil signos de inteligencia entre los bandidos y les obliga a callarse. Aquel signo masónico lo aprendió de Caderousse. Reconocieron en seguida a uno de los suyos.

( Miguel de Cervantes Saavedra )
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