Book: ¿Estamos Juntos en Verdad?
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Contrario a estas declaraciones está la enseñanza clara y bíblica de la Confesión de Fe de Westminster: A los que Dios llama de una manera eficaz, también justifica gratuitamente, no infundiendo justicia en ellos sino perdonándolos sus pecados, y contando y aceptando sus personas como justas; no por algo obrado en ellos o hecho por ellos, sino solamente por causa de Cristo; no por imputarles la fe misma, ni el acto de creer, ni alguna otra obediencia evangélica como su justicia, sino imputándoles la obediencia y satisfacción de Cristo y ellos por la fe, le reciben y descansan en él y en su justicia. Esta fe no la tienen de ellos mismos. Es un don de Dios. {II.1} La fe, que así recibe a Cristo y descansa en Él y en su justicia, es el único instrumento de justificación; aunque no está sola en la persona justificada, sino que siempre va acompañada por todas las otras gracias salvadoras, y no es fe muerta, sino que obra por amor. {II.2} Con frecuencia le digo a mis alumnos seminaristas que la doctrina de la justificación por la fe solamente no es tan difícil de entender. No se requiere un Doctorado en Teología. Aun así, es una de las verdades bíblicas más difíciles de inyectar en los corazones humanos. Es difícil para nosotros el entender que no hay nada que podamos hacer para alcanzar, merecer o añadir al mérito de Cristo, y que cuando estamos delante del juicio de Dios, llegamos sin nada en nuestras manos. Debemos simplemente anclarnos en la cruz de Cristo y poner nuestra confianza en Él solamente. Cualquier iglesia que enseñe algo diferente a esta verdad fundamental se ha apartado del evangelio. book-quoteLa autoridad de las Santas Escrituras, por la que ellas deben ser creídas y obedecidas, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia, sino exclusivamente del testimonio de Dios {quien en sí mismo es la verdad}, el autor de ellas; y deben ser creídas, porque son la Palabra de Dios {1.4}. El Juez Supremo por el cual deben decidirse todas las controversias religiosas, todos los decretos de los concilios, las opiniones de los hombres antiguos, las doctrinas de hombres y de espíritus privados, y en cuya sentencia debemos descansar, no es ningún otro más que el Espíritu Santo que habla en las Escrituras {1.10}. book-quote