El rostro del enano era tan feo y estaba tan inmóvil como siempre; no reflejaba nada de sus pensamientos. Precisamente estaba pensando en su perrito ahogado, Fino, y en el papagayo a quien habían retorcido el cuello, y se le ocurrió que él, como todos los seres, así animales como hombres, estaba permanentemente cerca de la mina, que en este mundo nada podemos prever ni saber como no sea la segura muerte. Pensaba en su padre, en la patria, y en toda su vida, y entonces una sonrisa burlona se extendió por su rostro, porque consideraba que casi siempre y en todas partes los sabios están al servicio de los necios y que la vida de casi todos los hombres bien puede compararse a una mala comedia.
( Hermann Hesse )
[ The Fairy Tales of Hermann ]
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