Esa noche, perdida entre noches y noches, de eso estaba segura, la chiquilla la pasó en ese barco
y estuvo allí cuando se produjo el estallido de la música de Chopin bajo el cielo iluminado
de brillanteces. No había un soplo de viento y, en el paquebote negro, la música se propaló por todas partes, como una exhortación del cielo de la que no se supiera de qué trataba,
como una orden de Dios de la que se ignoraba el contenido. Y la joven se levantó como para ir a su vez a matarse, a arrojarse a su vez al mar y después lloró porque pensó en e
y estuvo allí cuando se produjo el estallido de la música de Chopin bajo el cielo iluminado
de brillanteces. No había un soplo de viento y, en el paquebote negro, la música se propaló por todas partes, como una exhortación del cielo de la que no se supiera de qué trataba,
como una orden de Dios de la que se ignoraba el contenido. Y la joven se levantó como para ir a su vez a matarse, a arrojarse a su vez al mar y después lloró porque pensó en e
( Marguerite Duras )
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