Book: Relatos de Montevideo
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En muchos vecindarios, sin embargo, las calles son pacíficas y fantasmales. La otra parte del mundo podrá avanzar vertiginosamente, pero no en una pobre manzana de casuchas destartaladas donde el único vehículo que se ve es un viejo Chevrolet color oliva pardusco, con brillantes manchones amarillos y naranjas. Es tanto el silencio, que me siento como si se estuviera en un 275 Norman Mailer El fantasma de Harlot bosque. No muy lejos hay un muchacho con un suéter amarillo, del mismo tono de los manchones amarillos del viejo coche oliva pardusco. Otro automóvil viejo, en otra calle vieja, está alzado sobre un gato por la parte delantera, con el capó tan abierto que parece un pato graznando. Lo han pintado de un azul sucio, brillante. En un viejo balcón han puesto ropa a secar. Te aseguro, Kittredge, que una de las camisas tiene el mismo tono azul sucio del coche. Creo que cuando un país permanece protegido de las tormentas de la historia, los fenómenos más pequeños adquieren prominencia. En una pradera de Maine, protegida de los vientos, las flores silvestres surgen en los lugares más extraños, como si su único propósito fuera deleitar los ojos. Aquí, a todo lo largo de un edificio bajo, común y corriente, del siglo XIX, veo una paleta continua de piedra y estuco: marrón y marrón grisáceo, aguamarina, gris oliva y mandarina. Luego, lavanda. Tres piedras fundamentales, en tonos rosados. Así como los coches reflejan los sedimentos de antiguas latas de pintura, bajo el omnipresente hollín ciudadano está este otro despliegue más sutil. Empiezo a sospechar que esta gente mira sus calles con un ojo interior; si han pintado un letrero de verde musgo, entonces allí, en el extremo de la calle, alguien decide pintar una puerta con el mismo tono de verde. El tiempo y la suciedad, la humedad y el yeso descascarillado contribuyen a dar colorido a la vista. Las viejas puertas empalidecen hasta que ya no es posible determinar si el original era azul o verde o de algún misterioso tono de gris que reflejaba la luz del follaje de la primavera. Recuerda que aquí, en el hemisferio Sur, octubre es como nuestro abril. En la Ciudad Vieja, en una calle que baja hasta el borde del agua, la playa, gris como la arcilla, está desierta. Al fondo, se ve una plaza vacía con una columna solitaria que se recorta contra el mar. ¿Podrán haber seleccionado el lugar para demostrar que De Chirico sabe pintar? En estos paisaje desolados, a menudo se ve una figura solitaria vestida de luto book-quotenorman-mailerFragmento de El fantasma de Harlot{una historia novelada de la CIA}, Norman Mailer ,1991.
Ahora, por supuesto, hay toda clase de bullicio en algunas partes de la ciudad. Las tiendas tienen nombres como Lola y Marbella, y sólo venden ropa. Este sábado hay hordas de compradores de aspecto materialista. Las reses cuelgan en las carnicerías, terriblemente sanguinolentas. De hecho, se come tanta carne en este país {¡ciento veinte kilos per cápita!}, que es posible oler grasa de barbacoa en todas las esquinas. El olor se mete en todo lo que uno come, pescado, pollo, huevos. Proviene de los grandes bovinos que galopan por las pampas. Pero no es este olor de las parrillas el elemento que encuentro único. Son las calles laterales. Montevideo es una ciudad que se desparrama, y las partes antiguas permanecen; sólo se les hace una suerte de refacción. La mayoría de los nativos no viven en la historia tal cual la conocemos nosotros. Cuando me marché de Washington, todo el mundo estaba preocupado por Hungría y Suez y la campaña presidencial. Ahora me siento alejado de los problemas del mundo. En Montevideo, todos los relojes públicos parecen haberse detenido. book-quotenorma-mailer