En el libro "Engleby" de Sebastian Faulks, la cita destaca la tendencia humana a aferrarse a las creencias más firmemente cuando se enfrentan a desafíos. La afirmación sugiere que estas creencias forman una parte central de la identidad de una persona, haciéndolas resistentes al cambio o la duda. Cuando se enfrentan a ideas o situaciones opuestas, las personas pueden sentir una necesidad urgente de defender sus convicciones, a menudo cada vez más rígidos en su postura.
La idea de no tener "nada que perder" implica que para algunos, sus creencias no son solo ideas sino componentes esenciales de quiénes son. Esta noción eleva las apuestas en los debates filosóficos o ideológicos, lo que sugiere que perder las creencias equivale a perder el sentido de uno mismo. Por lo tanto, las personas pueden optar por luchar apasionadamente por sus creencias en lugar de contemplar la posibilidad de su propia falibilidad.