En un intercambio profundo, Adam expresa la voluntad de sacrificar algunos de sus años de vida por el beneficio de otra alma. Dios acepta este deseo desinteresado, lo que resulta en que Adán viviera 930 años en lugar de los 1,000 originalmente previstos. Esto ilustra los temas de sacrificio y el impacto de las elecciones en la vida útil.
Más tarde, la narración cambia a un niño nacido en Belén, que crece para convertirse en un líder y compositor significativo de Israel. Esta figura, el rey David, también ejemplifica una vida significativa, pero su tiempo en la Tierra concluye a la edad de 70 años. Los relatos bíblicos de ambas figuras resaltan las diferentes formas en que se puede medir la vida y el legado dejado atrás.
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