En la exploración de cómo percibimos e interactuamos con la información, Philip K. Dick sugiere que a menudo clasificamos la información en objetos tangibles. Esta disposición y reordenamiento de objetos significa una transformación en la información subyacente, lo que indica que el mensaje en sí ha evolucionado. Este proceso de codificación y decodificación se ha convertido en un lenguaje olvidado, destacando una desconexión entre nuestra comprensión instintiva de la información y nuestra conciencia consciente de la misma.
Además, Dick enfatiza que somos parte integral de este ciclo de información. Como seres ricos en información, absorbemos, procesamos y reinterpretamos la información, que luego expresamos nuevamente al mundo en formas modificadas. Este intercambio continuo pasa desapercibido, ya que podemos no reconocer que nuestras interacciones con la información esencialmente definen nuestra existencia. Nuestros cambios reflejan alteraciones en el contenido con el que nos involucramos, lo que nos hace participantes activos en el flujo de información en lugar de consumidores pasivos.
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