Los autores argumentan que las percepciones de los individuos sobre el pasado pueden distorsionar significativamente su capacidad para juzgar posibles eventos futuros. Esto sugiere que nuestros recuerdos y experiencias dan forma a nuestra creencia en lo que es posible o imposible, lo que lleva a malas evaluaciones de resultados futuros.
destacan que cuando las personas enfrentan incertidumbre, a menudo luchan por imaginar los diversos escenarios que podrían conducir a un resultado particular. Esta limitación en la imaginación puede dar lugar a que consideren ciertos resultados como altamente improbables o incluso imposibles, lo que puede impedir sus procesos de toma de decisiones.