Jeane Kirkpatrick fue una influyente diplomática estadounidense y politólogo mejor conocido por su papel como la primera embajadora femenina de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas, que sirve bajo el presidente Ronald Reagan de 1981 a 1985. Obtuvo prominencia por sus fuertes opiniones sobre la política exterior, particularmente con respecto al comunismo y derechos humanos. Kirkpatrick abogó por un enfoque pragmático, enfatizando la importancia de apoyar a los regímenes autoritarios si se alinearon con los intereses de EE. UU., Una postura que provocó un debate significativo durante su mandato. En sus escritos, Kirkpatrick argumentó que las democracias a menudo no luchan entre sí, lo que lo llevó a su apoyo a respaldar a los gobiernos anticomunistas. Esta perspectiva provocó discusiones sobre las implicaciones morales de la política exterior de los Estados Unidos. Su ensayo "dictaduras y dobles estándares", publicado en 1979, destacó su creencia de que Estados Unidos no debería aplicar los mismos estándares de democracia y derechos humanos universalmente, especialmente en el contexto de la Guerra Fría. Más allá de su carrera diplomática, Kirkpatrick fue una figura intelectual prominente, que contribuyó a varias publicaciones y think tanks. Fue reconocida por su capacidad para articular las complejidades de las relaciones internacionales, convirtiéndola en una voz respetada en arenas académicas y políticas. A lo largo de su vida, abogó por principios conservadores y fue una figura fundamental en la configuración de la narrativa de la política exterior de los Estados Unidos durante las últimas décadas del siglo XX.
Jeane Kirkpatrick nació el 19 de noviembre de 1926 en Duncan, Oklahoma, y siguió su educación en Barnard College y Columbia University. Se convirtió en activista política, y finalmente la llevó a la academia y su papel en la administración Reagan.
. La carrera de Kirkpatrick estuvo marcada por su participación en numerosos debates sobre política exterior, donde articuló su defensa de la postura de Estados Unidos en el ámbito global, a menudo enfrentando críticas por sus puntos de vista sobre los regímenes autoritarios.
Después de dejar su puesto en la ONU, continuó influyendo en el pensamiento político como escritora y oradora, enfatizando la necesidad de un fuerte liderazgo estadounidense en el mundo y los desafíos planteados por el totalitarismo global
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