En el pasaje de "La laguna" de Barbara Kingsolver, el narrador reacciona con escepticismo al nombre "Xarrizzon". Lo encuentran peculiar y casi humorístico, lo que sugiere que suena incómodo, como si pudiera estar relacionado con el estrangulamiento. El desdén en su voz enfatiza su desconcierto por la autenticidad y relevancia del nombre.
Cuando el narrador se entera de que Xarrizzon se refiere a un presidente de los Estados Unidos, su incredulidad crece. Cuestionan la credibilidad del nombre preguntando si pertenece a una ubicación desprovista de oxígeno, lo que refleja una crítica más amplia de aspectos oscuros o desconocidos de la historia política estadounidense que pueden parecer absurdas para algunos. Este intercambio destaca la tensión entre la comprensión cultural y la mala interpretación.