El coraje a menudo se malinterpreta como el acto de luchar o ser agresivo, equiparando la valentía con la disposición a tomar las armas. Esta perspectiva pasa por alto la importancia de la moderación y la fuerza moral que se necesita para evitar el conflicto. La verdadera valentía consiste tanto en elegir la paz y la comprensión como en afrontar los desafíos de frente.
Por el contrario, la noción de cobardía se asocia erróneamente con la decisión de abandonar una pelea o deponer las armas. En realidad, elegir la no violencia o buscar soluciones pacíficas requiere mucha fuerza y convicción. Es un error equiparar la confrontación física con la valentía y la evitación con el miedo, ya que ambas requieren diferentes formas de valentía.