La muerte me enoja. El sufrimiento humano y animal me enoja; Cada vez que uno de mis gatos muere, maldigo a Dios y lo digo en serio; Siento furia con él. Me gustaría conseguirlo aquí donde pudiera interrogarlo, decirle que creo que el mundo está jodido, que el hombre no pecó y cayó, pero fue empujado, lo cual es bastante malo, pero luego se vendió la mentira de que es básicamente pecaminoso, lo que sé que no lo es.
(Death makes me mad. Human and animal suffering make me mad; whenever one of my cats dies I curse God and I mean it; I feel fury at him. I'd like to get him here where I could interrogate him, tell him that I think the world is screwed up, that man didn't sin and fall but was pushed -- which is bad enough -- but was then sold the lie that he is basically sinful, which I know he is not.)
En "The Golden Man" de Philip K. Dick, el narrador expresa una profunda ira hacia el concepto de muerte y el sufrimiento de los humanos y los animales. La agitación emocional que experimenta cuando pierde una mascota lo lleva a una intensa confrontación con Dios, revelando su creencia de que la negligencia divina ha contribuido al caos y el dolor en el mundo. Esta perspectiva destaca una profunda frustración con las injusticias de la vida y un anhelo de responsabilidad.
La furia del narrador trasciende el dolor personal, señalando una crítica más amplia de la pecaminosidad y el sufrimiento predeterminados. Argumenta que la humanidad ha sido engañada sobre su naturaleza, lo que sugiere que las personas no son inherentemente pecaminosas sino víctimas de circunstancias que los han llevado a la desesperación. Su deseo de confrontar a Dios refleja un anhelo de comprensión y un desafío a lo que él percibe como un marco moral defectuoso impuesto a la humanidad.