En "La laguna" de Barbara Kingsolver, el personaje Enrique expresa una creencia controvertida de que un hombre verdaderamente exitoso se basa únicamente en sus logros más que en la creatividad o la imaginación. Esta perspectiva sugiere que las habilidades prácticas y los logros concretos son la base del éxito, lo que hace que la imaginación parezca innecesaria para aquellos que desean prosperar en sus actividades.
Este punto de vista desafía las nociones tradicionales que valoran la creatividad y la visión artística como componentes esenciales del éxito. En cambio, implica que para algunos, el éxito se puede medir mediante resultados tangibles y reconocimiento social, minimizando así el papel de la imaginación en la configuración del viaje y las contribuciones de una persona al mundo.
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