Todo duele. La gente habla en los pasillos, pero nadie parece estar evacuando el edificio. Esta es la naturaleza de la ciudad de Nueva York: las alarmas son tan a menudo que nadie quiere responder a ellos hasta que las cosas comiencen a quemarse o explotar frente a sus ojos.


(Everything hurts. People are talking in the halls, but no one seems to be evacuating the building. This is the nature of New York City: alarms go off so often that no one wants to respond to them until things start burning down or blowing up in front of their eyes.)

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La cita destaca la actitud indiferente de los neoyorquinos hacia las alarmas, lo que refleja un sentido más amplio de desensibilización urbana. En una bulliciosa ciudad donde las alertas son frecuentes, los residentes han aprendido a ignorar las advertencias a menos que haya un peligro claro e inmediato, como un incendio o una explosión. Este comportamiento subraya la tensión constante en las ciudades donde el ruido de la vida a veces ahoga amenazas genuinas.

La declaración "Todo duele" transmite una fatiga emocional más profunda, lo que indica que en medio del caos y el ruido, las personas pueden sentir una sensación de estrés y dolor abrumadores. Este dolor es parte del paisaje de la ciudad, que ilustra cómo el estado crónico de urgencia puede desglosar incluso los habitantes más duros. Pinta una vívida imagen de la vida urbana, donde la supervivencia a menudo significa manejar la incomodidad y navegar a través de un mar de apatía.

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enero 24, 2025

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