Grant sabía que la gente no podía imaginar el tiempo geológico. La vida humana se vivió en otra escala del tiempo por completo. Una manzana se volvió marrón en unos minutos. Los cubiertos se volvieron negros en unos días. Un montón de compost decaído en una temporada. Un niño creció en una década. Ninguna de estas experiencias humanas cotidianas preparó a las personas para poder imaginar el significado de ochenta millones de años, el tiempo que había pasado desde que este pequeño animal había muerto.
(Grant knew that people could not imagine geological time. Human life was lived on another scale of time entirely. An apple turned brown in a few minutes. Silverware turned black in a few days. A compost heap decayed in a season. A child grew up in a decade. None of these everyday human experiences prepared people to be able to imagine the meaning of eighty million years - the length of time that had passed since this little animal had died.)
Grant entendió que la inmensidad del tiempo geológico estaba más allá de la comprensión humana. Las experiencias cotidianas dieron forma a nuestra percepción del tiempo en una escala mucho más corta, como las frutas para estropear o el crecimiento de un niño. Esta comprensión limitada dificulta que las personas comprendan el concepto de tramos de tiempo como ochenta millones de años, lo que puede parecer incomprensible y abstracto.
En contraste con los breves momentos de la vida humana, el tiempo geológico se extiende mucho más allá de nuestras experiencias diarias. Por ejemplo, si bien podemos presenciar los cambios en cuestión de minutos o días, la vida y la extinción de las criaturas antiguas ocurren en épocas que son difíciles de visualizar. Esta desconexión enfatiza nuestro desafío para apreciar la verdadera edad de la tierra y la importancia de los eventos que se desarrollaban hace millones de años.