Aferrarse a la ira es envenenarse. Nos consume desde adentro. Tendemos a pensar que el odio es un arma contra la persona que nos lastimó. Pero la cuchilla de odio es curva. Y el daño que le hacemos, nos hacemos a nosotros mismos.
(Holding on to anger is poisoning yourself. It consumes us from the inside. We tend to think that hatred is a weapon against the person who hurt us. But the blade of hate is curved. And the harm we do to him, we do to ourselves.)
La ira y el odio a menudo se perciben como escudos contra aquellos que nos han perjudicado, pero en realidad nos causan más daño a nosotros mismos que a los demás. Aferrarse a tales emociones negativas es como un veneno que se come nuestro bienestar. En lugar de protegernos, esta amargura conduce a la destrucción interna.
La metáfora de una cuchilla curva ilustra que las acciones derivadas del odio finalmente vuelven a dañar al creador. En lugar de ser un arma de represalia, el odio inflige heridas en nuestros propios corazones y mentes. Dejar ir ira es esencial para la curación personal y la paz.