Hacía mucho tiempo que había aceptado el hecho de que Berlín sospechaba más de él. en cierto modo era su protección; De ninguna manera había ganado todas las tiradas de dados. si el enemigo lo mataba, otro ocuparía su lugar. el enemigo tendría que empezar todo de nuevo. él era una mercancía conocida... acepta un demonio existente.
(he'd long ago accepted the fact that berlin more than suspected him. in a way it was his protection; he'd by no means won every roll of the dice. if the enemy killed him, someone else would take his place. the enemy would have to start all over again. he was a known commodity... accept an existing devil.)
El protagonista de "La Bolsa Rhinemann" acepta que Berlín tiene un conocimiento significativo de sus acciones. Él ve este reconocimiento no como una debilidad sino como un medio de protección que le da una ventaja estratégica. Si bien ha enfrentado reveses y desafíos, su reputación establecida significa que no sería fácilmente reemplazado si fuera eliminado.
Esta idea de ser un "producto conocido" habla de las complejidades del espionaje, donde la familiaridad genera un cierto nivel de seguridad. La necesidad del enemigo de empezar de nuevo a rastrear y comprender a un nuevo individuo le proporciona una rara forma de influencia, reforzando la noción de que, a veces, aceptar una situación precaria puede ser beneficioso en el juego de inteligencia de alto riesgo.
