El protagonista reflexiona sobre la vida ocupada de otros que eligen la ficción popular sobre la literatura sustancial. Él ve esta preferencia como un signo de superficialidad, lo que sugiere que las personas están demasiado preocupadas por sus responsabilidades diarias para comprometerse con trabajos más profundos. Este pensamiento está teñido de desprecio hacia aquellos que cree que se conforman con un material menos estimulante intelectualmente.
Él cree que tales opciones revelan un deseo más profundo de una conexión y comprensión significativas, pero las personas optan por lo que es cómodo y accesible. La noción insinúa una tendencia social a evitar ideas desafiantes, optando por distracciones que no satisfacen sus deseos reales de conocimiento e iluminación.