Lo sé, llevas aquí un año y crees que esta gente es normal. Bueno, no lo son. No lo somos. Miro en la biblioteca, busco libros en mi escritorio. Los viejos, porque no nos dejan tener nada nuevo, pero tengo una idea bastante clara de lo que son los niños, y nosotros no somos niños. Los niños a veces pueden perder y a nadie le importa. Los niños no están en ejércitos, no son COMANDANTES, no gobiernan a otros cuarenta niños, es más de lo que cualquiera puede soportar sin volverse loco.
(I know, you've been here a year, you think these people are normal. Well, they're not. WE'RE not. I look in the library, I call up books on my desk. Old ones, because they won't let us have anything new, but I've got a pretty good idea what children are, and we're not children. Children can lose sometimes, and nobody cares. Children aren't in armies, they aren't COMMANDERS, they don't rule over forty other kids, it's more than anybody can take and not get crazy.)
La cita de "El juego de Ender" destaca la tensión psicológica que se ejerce sobre los jóvenes que se ven obligados a asumir roles de gran responsabilidad y autoridad, lo que sugiere que el entorno en el que habitan está lejos de ser ordinario. El orador reflexiona sobre la carga del liderazgo entre pares, enfatizando que el peso emocional de mandar a otros es demasiado para que lo soporten los niños, señalando la marcada diferencia entre niños y adultos, especialmente en escenarios de alto estrés como la guerra.
Este sentimiento subraya un tema crítico de la novela: la pérdida de la inocencia y las duras realidades que enfrentan estos jóvenes personajes mientras se los prepara para el conflicto. El reconocimiento de que no son sólo niños, sino que se ven obligados a asumir responsabilidades complejas y a menudo siniestras, sirve como recordatorio de las implicaciones morales inherentes al uso de niños como instrumentos de guerra. Este comentario anima a los lectores a contemplar los efectos de tales expectativas en su bienestar psicológico.