En los "90 días de la bondad de Dios" de Randy Alcorn, enfatiza que la fe arraigada en ausencia de desafíos es frágil y fácilmente amenazada. Cuando las personas confían únicamente en circunstancias positivas para mantener su creencia, corren el riesgo de que esa fe se desmoronara de enfrentar la adversidad. Esto resalta una verdad significativa sobre la naturaleza de la fe real; Debe ser lo suficientemente resistente como para soportar las dificultades.
Alcorn argumenta que la fe superficial o "token" no está equipada para resistir el sufrimiento y, en consecuencia, no es un tipo de fe que valga la pena mantener. La fe genuina debe probarse y fortalecerse a través de las pruebas de la vida en lugar de colapsar bajo ellas. Esta perspectiva fomenta una comprensión más profunda de la fe que prospera incluso en los momentos más oscuros de la vida.