Tenía que ser un truco o no podrías haberlo hecho. Es el aprieto en el que estábamos. Teníamos que tener un comandante con tanta empatía que pensara como los cabrones, los entendiera y se anticipara a ellos. Tanta compasión que podría ganarse el amor de sus subordinados y trabajar con ellos como una máquina perfecta, tan perfecta como los cabrones. Pero alguien con tanta compasión nunca podría ser el asesino que necesitábamos. Nunca podría ir a la batalla dispuesto a ganar a toda costa. Si lo supieras, no podrías hacerlo. Si fueras el tipo de persona que lo haría incluso si lo supieras, nunca habrías entendido lo suficiente a los cabrones.
(It had to be a trick or you couldn't have done it. It's the bind we were in. We had to have a commander with so much empathy that he would think like the buggers, understand them and anticipate them. So much compassion that he could win the love of his underlings and work with them like a perfect machine, as perfect as the buggers. But somebody with that much compassion could never be the killer we needed. Could never go into battle willing to win at all costs. If you knew, you couldn't do it. If you were the kind of person who would do it even if you knew, you could never have understood the buggers well enough.)
El pasaje de El juego de Ender destaca la paradoja del líder ideal que se necesita en una guerra contra los insectores. Enfatiza la necesidad de un comandante que posea una profunda empatía, que le permita comprender a su enemigo, y la determinación despiadada de ganar a cualquier precio. Esta dicotomía presenta un desafío: la verdadera compasión podría obstaculizar la capacidad de uno para ejecutar las duras decisiones que exige la guerra.
Esta reflexión revela el conflicto interno que enfrentan los líderes en la guerra, subrayando que los rasgos necesarios para la victoria a menudo están en desacuerdo con la inteligencia emocional necesaria para comprender y unificar al propio equipo. En última instancia, sugiere que poseer la sabiduría para comprender profundamente a un enemigo puede costar la determinación necesaria para derrotarlo.