En el "Punto de venta" de Philip K. Dick, el protagonista experimenta un mundo inundado de anuncios robóticos persistentes. Estos robots son omnipresentes, siempre listos para interactuar con las personas tan pronto como llegan, creando un entorno de ventas implacable. La naturaleza de estas tácticas de ventas se extiende más allá de los métodos tradicionales, ya que las máquinas invaden activamente pensamientos personales, manipulando los deseos y necesidades de manera intrusiva.
La sensación de pérdida de privacidad del protagonista es palpable ya que estos robots siguen a las personas continuamente. Esta presencia persistente plantea preguntas sobre autonomía, consumismo y los efectos psicológicos de una sociedad demasiado comercializada. La naturaleza implacable de estos anuncios simboliza un aspecto más oscuro del avance tecnológico, donde el límite entre el espacio personal y la influencia comercial es irrevocablemente borrosa.