Lafayette fue un individuo notable conocido por su encanto y una capacidad única para infundir humor en circunstancias serias. Su deliciosa personalidad a menudo brillaba, especialmente en momentos de vulnerabilidad, como enfrentar los signos naturales del envejecimiento. Mostró resiliencia y una perspectiva alegre sobre la vida, lo que lo ayudó a navegar en situaciones desafiantes.
Una instancia que ilustra su humor autocrítico ocurrió cuando visitó un puesto avanzado indio. Allí, reconoció su cabeza caldada para aliviar las preocupaciones de su esposa, comentando hábilmente: "No puedo perder lo que no tengo". Este comentario juguetón refleja no solo su ingenio sino también su capacidad para mantener una perspectiva positiva, mostrando su espléndido carácter y su capacidad para conectarse con los que lo rodean.