Milo permaneció en silencio cuando el Mayor De Coverley entró en el comedor, encarnando una presencia severa. A su regreso, se encontró confrontado por una línea de oficiales que se les exigió que firmen juramentos de lealtad. Esta escena subrayó la tensión y la rigidez que rodea la autoridad y la lealtad dentro del entorno militar.
Mientras tanto, la atmósfera en el comedor reflejaba el absurdo como varios grupos involucrados en rituales para obtener acceso a servicios básicos. Algunos hombres, agarrando sus comidas, recitaron sus promesas de lealtad, mientras que otros cantaron el himno nacional solo para usar condimentos. Estas acciones resaltan las longitudes ridículas a las que los individuos deben ir en un sistema que priorice la adherencia al protocolo sobre la camaradería genuina.