c. S. Lewis observa que muchas personas luchan por desear el cielo, a menudo porque su enfoque se encuentra principalmente en las experiencias terrenales en lugar de las espirituales. Este enfoque proviene de la forma en que la educación y la sociedad dan forma a nuestros pensamientos, dirigiéndolos hacia aspectos tangibles de la vida en lugar de la vida futura. Como resultado, el anhelo de una existencia celestial a menudo se pasa por alto o no se reconoce.
Además, Lewis destaca que la única vez que las personas pueden expresar un deseo por el cielo es cuando se asocia con la reunión con seres queridos fallecidos. Esto sugiere que nuestros apegos a las relaciones pueden ser el vínculo más fuerte que tenemos con el concepto del cielo, reforzando la idea de que una comprensión más profunda del cielo requiere un cambio en la perspectiva lejos de las prioridades mundanas.