En "The Man in the High Castle" de Philip K. Dick, Hermann Göring es retratado como el epítome de la autocomplacencia entre el liderazgo nazi. Su estilo de vida contrasta marcadamente con Heinrich Himmler, que vivió modestamente a pesar de su alto rango. Göring encarna una mentalidad centrada en la ganancia personal y la acumulación de riqueza, utilizando su poder para enriquecer y satisfacer sus deseos.
Aunque podría ser considerado primitivo y vulgar en sus actividades, Göring también se representa como bastante inteligente, posiblemente el más astuto entre los líderes nazis. Sus acciones y motivaciones reflejan un deseo de auto glorificación, que recuerdan a los antiguos emperadores, que muestran las complejidades de su carácter dentro de la narrativa.