Las enfermeras visitaban regularmente la casa de Morrie para ayudarlo con su condición física en declive, enfocándose específicamente en sus piernas. Se dedicaron a ejercicios que se parecían al movimiento repetitivo de extraer agua de un pozo, con el objetivo de mantener su movilidad a medida que su salud se deterioraba. Este trabajo físico fue parte de un esfuerzo más amplio para hacer frente a su enfermedad.
Además del cuidado físico, Morrie abrazó la meditación como un medio para encontrar la paz a pesar de sus circunstancias. Practicó reducir sus pensamientos, concentrándose únicamente en su respiración, permitiendo que su mente se callara y su mundo para simplificar en el ritmo de inhalar y exhalar, lo que le proporcionó una sensación de calma en medio de sus luchas.