En "The Man in the High Castle" de Philip K. Dick, un personaje le indica a otro que envíe un mensaje, enfatizando la importancia de cómo se escribe. La alienta a elaborar las oraciones cuidadosamente, lo que sugiere que deberían transmitir un significado claro. El tono sugiere una capa más profunda de manipulación o control en el proceso de comunicación.
Sin embargo, también ofrece una opción más nihilista, lo que indica que los mensajes podrían estructurarse para no significar nada en absoluto. Esta dualidad destaca los temas de significado e interpretación dentro de la novela, cuestionando la importancia de las palabras y su impacto en una realidad compleja y alterada.