Ella respiró lentamente; Esto era lo que tenía, la belleza de esta horrible noche. Escuchó pequeños yips en la distancia, algo para poner en su corazón además de los Phebes perdidos y el temor de otra luna llena que se eleva sin más pequeñas celebraciones de su cuerpo nunca más. Se mantuvo quieto e intentó pensar en los niños coyotes que salían del útero del bosque con los ojos abiertos, mientras que las posibilidades finitas de sus propios hijos cerraron los ojos, finalmente, en este mundo.
(She breathed in slowly; this was what she had, the beauty of this awful night. She listened for small yips in the distance, something to put in her heart besides the lost phoebes and the dread of another full moon rising with no more small celebrations from her body ever again. She kept herself still and tried to think of coyote children emerging from the forest's womb with their eyes wide open while the finite possibilities of her own children closed their eyes, finally, on this world.)
En este pasaje, el protagonista se toma un momento para apreciar la belleza de una noche oscura, lidiando con sus sentimientos de pérdida y anhelo. Su corazón está pesado con los recuerdos de las alegrías perdidas, simbolizadas por los Phebes, mientras enfrenta la realidad de sus propios deseos inacabados, particularmente con respecto a la maternidad. La luna llena sirve como un recordatorio inquietante de lo que nunca será, arrojando una sombra sobre sus reflejos.
Mientras sigue siendo todavía, evoca imágenes de cachorros de coyote que emergen al mundo, representando inocencia y nuevos comienzos. En contraste, el cierre de sus propias posibilidades refleja la naturaleza agridulce de la vida y la inevitabilidad del cambio. Esta yuxtaposición enfatiza su lucha entre aceptar la belleza a su alrededor y llorar sus pérdidas personales, destacando los temas de la naturaleza, la maternidad y el ciclo de la vida en el trabajo de Kingsolver.