Randy Alcorn, en su libro "Dinero, posesiones y eternidad", desafía a los lectores a enfrentar la brecha entre las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre discipulado, compasión y generosidad, y la realidad de la vida de muchas personas. Argumenta que es hora de reconocer que la voluntad teórica de sacrificar por Dios a menudo no alcanza la acción real.
Alcorn aboga por un compromiso auténtico de vivir estos principios bíblicos al renunciar genuinamente a nuestras posesiones y comodidades para cumplir con los mandamientos de Dios. Él enfatiza que la fe debe traducirse en actos tangibles de dar y servir, instando a un cambio de meras intenciones a acciones concretas que reflejan el verdadero discipulado.