En el libro "Ghost in the Shell" de Masamune Shirow, el autor usa la metáfora de la vida como la fruta que crece en las ramas. Esta comparación sugiere que la vida es una progresión natural, muy parecida a la forma en que la fruta se desarrolla y madura con el tiempo. Así como la fruta se basa en la salud del árbol y el medio ambiente, nuestras vidas dependen de nuestras circunstancias y experiencias.
Esta metáfora invita a los lectores a reflexionar sobre la naturaleza transitoria de la vida. Al igual que la fruta que se puede elegir o caer de la rama en cualquier momento, nuestra existencia también es delicada y sujeta a cambios. Shirow fomenta la contemplación de la interconexión de la vida y la inevitabilidad del crecimiento, la descomposición y la renovación.