El coronel ridiculiza una noción de justicia que se alinea con Karl Marx, insistiendo en cambio que la verdadera justicia implica brutalidad y violencia. Lo describe como un acto de agresión despiadado y furtivo, encarnando una idea de que la justicia requiere una disposición feroz para enfrentar a los adversarios sin previo aviso o misericordia. Esta visión contrasta fuertemente con interpretaciones más tradicionales y legales de la justicia, lo que sugiere un mundo donde el poder y la dureza reinan supremos.
Esta representación extrema plantea preguntas sobre la moralidad y la ética de la justicia. En lugar de la búsqueda de la equidad o la legalidad, ilustra una perspectiva en la que la justicia está entrelazada con violencia y miedo, destacando una mentalidad feroz que desafía los principios fundamentales de una sociedad civilizada. A través de las palabras de este personaje, Heller critica la noción que podría hacer lo correcto, presentando una visión cínica sobre la naturaleza del poder y la justicia en tiempos tumultuosos.