El profundo problema con el sistema era una especie de inercia moral. Mientras sirviera a los intereses estrechos de todos los que hay dentro de él, nadie en el interior trataría de cambiarlo, sin importar cuán corrupto o siniestro se volviera, aunque incluso usar palabras como corruptas y siniestras incómodas a las personas serias, por lo que Brad las evitó.
(The deep problem with the system was a kind of moral inertia. So long as it served the narrow self-interests of everyone inside it, no one on the inside would ever seek to change it, no matter how corrupt or sinister it became-though even to use words like corrupt and sinister made serious people uncomfortable, and so Brad avoided them.)
El problema en cuestión dentro del sistema es uno de estancamiento moral. Cuando las personas priorizan sus propios intereses y se benefician del status quo, es poco probable que aboguen por el cambio, independientemente de cuán poco ético o problemático sea el sistema. Esta mentalidad egoísta fomenta una cultura donde las personas se vuelven complacientes y ciegas a los problemas sistémicos que los rodean.
Brad, el protagonista, reconoce la corrupción, pero conscientemente elige evitar etiquetarlo como tal para participar de manera más productiva con ella. La incomodidad que rodea los términos "corrupto" y "siniestro" refleja una renuencia más amplia entre las personas serias a enfrentar las implicaciones morales de sus acciones y los sistemas en los que operan.