En "The Man in the High Castle", Paul reflexiona sobre la importancia de una pieza artesanal creada por un fabricante experto. Él cree que el artesano infundió el artículo con 'Wu', un concepto que encarna una calidad profunda, casi mística, que trasciende la mera funcionalidad. La creación no es solo un producto de la artesanía, sino también un recipiente que transmite la esencia de la intención del fabricante, proporcionando satisfacción e integridad tanto al creador como al observador.
Paul sugiere que al comprometerse con ese arte, los espectadores pueden mejorar su propia experiencia de 'Wu'. La pieza sirve como un portal para una contemplación más profunda, lo que permite a quienes la aprecian se conectan con las capas más profundas de existencia y creatividad. Esta interacción entre la obra de arte y el observador destaca el valor intrínseco del arte para enriquecer nuestra comprensión y apreciación de la vida misma.