El Ayuntamiento de Minneapolis se describe como una estructura poco atractiva, caracterizada por su uso intensivo de granito rojo y un diseño que refleja un estilo románico sombrío del siglo XIX. Contrasta fuertemente con el horizonte moderno de los edificios de vidrio y acero que lo rodean, lo que lo hace parecer fuera de lugar. Su apariencia imponente y sin adornos le da una presencia cruda y poco atractiva en el vibrante paisaje de la ciudad.
Esta yuxtaposición enfatiza lo antiguo frente a lo nuevo, ya que el Ayuntamiento parece una mancha frente a la elegancia de la arquitectura contemporánea. En lugar de mezclarse, conserva desafiante su importante esencia histórica, sirviendo como recordatorio de una era arquitectónica diferente. Estas impactantes imágenes resaltan las tensiones entre la preservación histórica y el desarrollo moderno en entornos urbanos.