En las "postales" de Annie Proulx, las imágenes de las ventanas de una casa que brillan en la noche se representan vívidamente con un símil que las compara con la fundición de mantequilla. Esta descripción crea una atmósfera cálida y acogedora, contrastando con la oscuridad circundante. Evoca sentimientos de comodidad y familiaridad, sugiriendo un refugio o un hogar que se destaca en la desolación de la noche.
El uso de una comparación tan llamativa destaca la belleza que se encuentra en lo mundano. Esta línea encapsula la esencia del hogar, retratándolo no solo como un espacio físico sino como una fuente de calidez y seguridad en medio de la soledad. El brillo de las ventanas actúa como un faro, llamando la atención y provocando una sensación de paz en un entorno potencialmente solitario.