Alice reflexionó sobre las cualidades que disminuyen la verdadera belleza, particularmente centrándose en los efectos perjudiciales del narcisismo. Ella creía que un autoenfoque excesivo podría eclipsar el atractivo de uno, convirtiendo rasgos atractivos en algo oneroso y desagradable.
Sus pensamientos subrayaron la idea de que la belleza genuina radica en la humildad y una apreciación por los demás, en lugar de una preocupación consigo misma. Esta perspectiva resalta cómo la autoconciencia, cuando se lleva a un extremo, puede restar valor a la esencia de un individuo y hacer que incluso las características más hermosas parezcan poco atractivas.