El comienzo de una tormenta se representa vívidamente a través de la transformación del cielo, que cambia de azul brillante a un premonitorio de blanco gris que se profundiza en un rico y oscuro morado. Este cambio dramático en el color indica la inminente lluvia, creando una atmósfera madura con anticipación.
Acompañando este cambio visual es la llegada de un viento distintivo, a menudo sentido justo antes de una tormenta. Este viento trae consigo el aroma refrescante de la lluvia, evocando una sensación de emoción y presentimiento a medida que la naturaleza se prepara para el aguacero inminente. Las vívidas imágenes capturan la mezcla de belleza y tensión que traen las tormentas.