A la edad de cinco años, Emma experimentó la pérdida de su madre, la Sra. Woodhouse. A pesar de su corta edad en el momento del fallecimiento de su madre, Emma llevó consigo una memoria emocional caracterizada por la calidez y el amor. Estos sentimientos permanecieron vívidos, lo que le permitió recordar la esencia reconfortante de su madre, incluso si los detalles específicos se habían desvanecido con el tiempo.
La reminiscencia de Emma de su madre se parece al consolador brillo que persiste después de que se haya extinguido una luz. Destaca cómo las emociones asociadas con el amor de su madre persisten en su memoria, configurando su comprensión de las relaciones y el afecto a lo largo de su vida. Esta persistente sensación de calidez subraya el impacto que tienen las primeras experiencias emocionales en su carácter y desarrollo.