El protagonista reflexiona sobre las paradojas de la vida, lo que sugiere que la verdadera supervivencia puede depender de abrazar la locura. Esta locura permite una coexistencia de emociones y creencias contrastantes, como la fe y la duda, y los sentimientos de gloria junto con la vergüenza. Las complejidades de la experiencia humana son demasiado abrumadoras para la razón solo para comprender, lo que lleva al personaje a cuestionar la validez del pensamiento racional en una existencia caótica.
Las imágenes de las estrellas empantanadas en el barro sirven para ilustrar la lucha entre la grandeza potencial y la dura realidad. A pesar de la brillantez que existe, las circunstancias externas pueden obstaculizar la capacidad de brillar. Esta metáfora subraya la tensión entre las aspiraciones y las cargas de la vida que limitan la verdadera expresión y realización.