Esta cita de "The Bone Clocks" de David Mitchell enfatiza la idea de que las narrativas y las identidades deben estar completamente formadas en lugar de ser incompletas o ambiguas. Así como el embarazo es un estado distinto, el género de un libro debe ser definitivo, ya sea completamente fantástico o no. Esta afirmación provoca una reflexión sobre los límites de las clasificaciones literarias y desafía la noción de mezclar géneros sin un propósito claro.
Además, al establecer un paralelo entre la literatura y las experiencias humanas, la cita ilustra la importancia de la autenticidad en la narración. Sugiere que tanto los libros como las personas deberían abrazar sus identidades completas. Esta perspectiva puede animar tanto a lectores como a escritores a buscar profundidad y claridad en sus narrativas, lo que conducirá a obras más atractivas y significativas.