En "The Glass Castle", Jeannette Walls reflexiona sobre su educación poco convencional y las lecciones que aprendió fuera de la educación tradicional. Ella enfatiza la idea de que el conocimiento y la comprensión del mundo pueden provenir de las experiencias de la vida en lugar de la escolarización formal. Esta perspectiva sugiere que ser observador y comprometido puede conducir a ideas valiosas que a menudo se pasan por alto en un aula. La declaración de
Walls destaca la importancia del aprendizaje autodirigido. Subraya la creencia de que uno no necesariamente necesita un título universitario para comprender verdades significativas sobre la vida. Al ser curiosos y atentos, las personas pueden educarse y darse cuenta de las realidades que dan forma a su existencia, un tema que resuena a lo largo de sus memorias.